miércoles, 14 de septiembre de 2011

LOS FUGAOS XIII

Transcurrieron  meses y años y el secreto se mantuvo. Eran años difíciles. Se roturaba cualquier pedazo de tierra que pudiera producir algo. El hambre galopaba sin riendas por aquellos montes. Solamente importaba la supervivencia. los aldeanos, seguían ignorados y despreciados por los que conocían su existencia. Algunas veces, visitados por Los canasteros, gentes que con un canasto a su espaldas bajaban de Santiago a recolectar en las huertas de los cortijos todo lo que podían. La alternativa era el hambre.

 Sucede casi siempre que los secretos entre muchos son difíciles de guardar. Cierto día una indiscreción, una palabra de más, que nunca  debió ser pronunciada rompió el pacto nunca firmado. Fue involuntaria pero llegó a oídos de los que jamás debieron escucharla. Los pudientes de Santiago, algunos grandes aficionados a la caza, se dejaban caer por aquellas latitudes, donde todavía hoy suele abundar la perdiz. Se pensaba que el tiempo todo lo borra, no fue así. Inmediatamente todos los vecinos tuvieron que declarar en el cuartel. Amenazas y miedos se conjuraron. Colaboración involuntaria contra los que luchaban contra el régimen se convirtió en conducta intolerable y traidora. Otra vez les recordaron que ocupaban el rincón más insignificante del mundo. Todo el dinero recibido de los bandoleros tuvo que ser devuelto. Eran monedas manchadas, que solo pertenecían a su legítimos dueños. Lo comido y lo bebido en aquella noche otoñal corría por cuenta de los vecinos. Y debían quedar agradecidos si las cosas paraban ahí. El miedo de la infortunada noche no tenía precio alguno, no debía ser abonado. Un día cesaron los interrogatorios, las presiones, y los vecinos gozaron de nuevo de su tranquilidad y del olvido del mundo. La tensión había durado más de una año. No pedían nada: seguir vivos era suficiente recompensa. Continuar con la lucha por la supervivencia era ya tarea dura que no necesitaba de otras preocupaciones.
(Continuará)

domingo, 11 de septiembre de 2011

LOS FUGAOS XII

 Cuando terminaron de cenar recogieron los bártulos. La noche no debía desperdiciarse: les proporcionaba la seguridad para avanzar y acercarse a su destino apartados de miradas indiscretas. El día era para ocultarse y descansar. Pagaron abundantemente todo lo consumido. Conducta que, como era la primera vez que ocurría, no dejó de sorprender a la abandonada gente de la aldea. Advirtieron a los vecinos de que nada de lo sucedido llegara a oídos de las autoridades. Ni una amenaza, ni un mal gesto diferenciaba a secuestrados y asaltantes. Entre todos los vecinos se juró un pacto de silencio. La tragedia que adivinaron quedó reducida a un simple susto, después de todo no quedaron tan mal parados. Los acontecimientos se resolvieron de la mejor manera posible. Pasó una hora o más antes de que se decidieran a salir a la calle. Fue una de las recomendaciones que les habían hecho. Los nombres de los guerrilleros que estuvieron en las Fontanillas aquella noche son los siguientes: Manuel Pérez Rubiño ,“Pablo el Motrilero”; Enrique Urbano Sánchez, “Fermín”;  Miguel Salacedo Cecilia “Gómez”;  José Navas Navas ,“José”; Ricardo Martín Castillo, “Viñas” ó “Alejandro”; y Francisco Martín Alonso “Villena”.  Se debe señalar que estos seis hombres, después de una travesía de 100 días por la península, consiguieron llegar a Francia.

jueves, 8 de septiembre de 2011

LOS FUGAOS XI

Por turnos comían y bebían. Pan, huevos, embutidos de la matanza, conservados en ollas con aceite, eran devorados por bocas hambientas. El vino, que únicamente se bebía en aquellos tiempos en momentos especiales, también se agotó. Cada cierto tiempo se unía algún nuevo huésped. Las familias y amigos de los pastores, ante la tardanza en regresar de estos, subían en su busca preocupados por lo que pudiera haber sucedido. También eran retenidos. Como tampoco regresaban ni pastores ni rescatadores, nuevos vecinos partían en su busca. Fue una noche de incertidumbre, de malos presagios, para muchos hogares, sobre todo de la aldea de Tobos que era protagonista principal en estas búsquedas infructuosas de sus hijos. Se recuerda lo que pasó con uno de los buscadores: al llegar fue detectado por un centinela que le dio el alto. El guerrillero le preguntó que adónde iba a aquellas horas. El aldeano le contestó que su primo no bajaba y por si le había ocurrido algo grave subió en su busca. Desde que encerró el ganado había tenido tiempo suficiente de bajar a su casa. Sus padres quedaron muy preocupados. El miliciano le contestó: Hace doce años que falto de mi casa y todavía no ha salido nadie a buscarme.

lunes, 5 de septiembre de 2011

LOS FUGAOS X


Vestían ropas normales, gastadas por las fatigas de la sierra. Bien armados, con fusil y pistola casi todos y algunas granadas. Todos llevaban mochilas y mantas. Su cama mucha veces estaba sobre la hierba y bajo las estrellas. Mapas para orientarse y localizarse ( un mapa de enciclopedia de segundo grado). La escala la calculaban con un pequeño palote. Rutas trazadas surcando montes El monte como aliado de su esperanza. Caras cansadas, miradas perdidas y desconsoladas, torpemente disimuladas bajo la fuerza que les daba la superioridad de las armas. Los asustados vecinos desconocían sus intenciones. En silencio atendieron a los visitantes y les ofrecieron todo cuanto tenían. No había más alternativas.  Eran conscientes de que ocupaban la parte más baja del mundo, la que corresponde a los que sirven y callan, la que todos contemplan desde arriba. Resignados a su suerte intentaron sobrevivir a aquella situación que les amenazaba. Que ellos no buscaron pero que se había presentado de improviso. No había otra alternativa que no fuera atender a sus invitados.

LOS FUGAOS IX


Todos los habitantes fueron reunidos en una casa. Los centinelas iban aportando nuevos miembros al grupo. Pese a la vigilancia hubo quien rompió el cerco y se adentró en la aldea sin ser detenido. Demasiadas sendas y atajos para conocerlas y cubrirlas todas. Los que lo consiguieron, extrañados por no encontrar a nadie, ellos mismos se dirigieron hacía la casa que oficiaba de cárcel provisional. Comprendían demasiado tarde la situación. Las cosas habían cambiado desde que abandonaron sus casas al salir el sol, desde su paso por la aldea aquella mañana. Gente desconocida se les presentaba como una seria amenaza.
(continuará)

domingo, 4 de septiembre de 2011

LOS FUGAOS VIII


Al frente de la partida figuraba un hombre moreno, de mediana estatura, que posiblemente había dejado atrás los cuarenta años. Por sus explicaciones, los testigos dedujeron que fue oficial del derrotado ejército republicano (no era exactamente así, era más bien jefe del maquis que había combatido en Málaga-Granada)). Ordenó que se montara guardia en todos los caminos. Se situaron controles en la ruta que bajaba de la tiná del Porcirón; en la que conducía al Morenal, aldea vecina de la que le separaba una suave loma; en la que guiaba hasta Tobos, la aldea más poblada en aquel tiempo. No se quería dar oportunidad a los delatores. La seguridad era prioritaria y pronto se convencieron de que el caserío estaba totalmente protegido y salvaguardado de posibles intrusiones o salidas. Caminaban por terreno hostil, sus vidas estaban sentenciadas. El mínimo descuido lo echaría todo a perder; la confianza podría costarles cara. Todo lo recorrido de nada les serviría. Gente desarraigada, su futuro siempre era el día siguiente. Vivían en el filo. Se agarraban a la vida con todo lo que podían. En estas circunstancias uno debe ser desconfiado por naturaleza y no dejar nada al azar.
Continuará

domingo, 3 de julio de 2011

LOS FUGAOS VII

Cuando anocheció, los seis hombres decidieron actuar. Ninguno de los confiados vecinos conocía su existencia, la operación estaba resultando perfecta y sería así mucho más sencilla. Miles de fatigas eran su equipaje. Un secuestro del hijo de un señorito les había proporcionado el dinero, que pensaron que sería suficiente para llegar a los Pirineos. Aguardaban muchos kilómetros, muchos silencios de día y fatigantes caminatas de noche. La guardia civil les pisaba los talones. Mientras tuvieran sierra no se lo pondrían fácil. Ya se dijo en la antigüedad que una ardilla podía atravesar la península saltando de árbol en árbol.  Ahora, ellos agradecían vivir en un país montañoso, pensaban alcanzar la frontera camuflándose de sierra en sierra. Contaban con la naturaleza como aliada. No en vano la lucha de guerrillas se había inventado en España, el terreno siempre se mostró favorable para los furtivos. Su paraíso estaba en Francia.

viernes, 25 de marzo de 2011

LOS FUGAOS VI

La cuadrilla  se protegió en la umbría, junto al Majal de la Ceniza, al otro lado del barranco. Escondidos entre los chaparros observaron la vida de los vecinos. Manuel Pérez Rubiño “Pablo el Motrilero”o “Pablo el de Motril”, el jefe de la partida, les pidió a sus compañeros que observaran todos los detalles de la aldea, al anochecer la tomarían. El horno del pan, lugar comunitario conocido por La Cocinilla, había estado todo el día caldeado. Se prometía pan tierno, algo que en su huida por los montes hacía muchas jornadas que no probaban. Una mujer regaba regaba el hortal. Otro vecino bajaba con los mulos ataviados con las serones cardados con el estiércol de la tina. Dejaría las dos cargas en el huerto y echaría un ojo a las cerezas, algunas ya empezaban a pintar. Pronto empezaría la siega   y se había quedado para dar un repaso a los caminos. Los matorrales del camino hacían que el transporte de las mieses, cargadas en las samugues, resultara dificultoso. La trilla y el forraje, que se recogía en otoño. eran la despensa para el ganado y había que aprovisionar los pajares para los crudos inviernos de la zona. Cuando nevaba, el terreno permanecía muchos días cubierto y los animales necesitaban comer. Otros, la mayoría pastores, cuando anocheció, habían encerrado las ovejas y cabras en la tiná del Porcirón, a media hora de allí, y regresaban a sus casas. Las Fontanillas era ruta de paso para pastores que vivían en otras aldeas, principalmente  Tobos, el mayor núcleo y centro de aquel apartado lugar de la Sierra de Segura. (continuará)

sábado, 12 de marzo de 2011

SONETO A TOBOS


Del sol encandilando la solana
luz enciende fragancia del romero,
espejo de matanza es un caldero,
 donde brilla tu figura aldeana.

Diseño  luces de mano artesana
Equilibrio en la pendiente y cantero.
Tu  breve arroyo desciende ligero
Frescura y pureza de su agua mana

El Molatón vigila tus espaldas,
Encarado eterno  con cumbre de Huebras,
hermoso rincón de serranos probos

al que  los pinos forman su guirnalda.
Contemplo tu foto y mi ánimo quiebras
 Vivo y constante  espíritu de Tobos.

martes, 8 de marzo de 2011

TOBOS EN EL ... QUIJOTE

El texto pertenece a El Quijote  apócrifo (Segundo tomo del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha) de Alonso Fernández de Avellaneda. Posiblemente el nombre, Bárbara de Villatobos, es el sustituto avellanesco de Dulcinea del Toboso.  Como curiosidad lo dejo, aunque, como diría el ex presidente Calvo Sotelo, sean asuntos distintos y distantes.

sábado, 26 de febrero de 2011

El CÓDIGO POSTAL Y LA LOTERÍA

Ya apenas escribimos cartas. Por si acaso, necesitaríamos conocer el código postal. Pues bien, el código postal de Tobos es 23294. Parece un número de lotería; lo es, en el sorteo de Navidad de 2010 le correspondieron 100 euros al décimo.  Los años en que ha estado más cerca que le toque el gordo han sido: 1814 (23.892), 1861 (23.033), 1971 ( 23.238) y 1981 (23.786). Según esto, el 2011 es un buen año para que toque en un veintitrés mil (fijaos en que ha ocurrido en tres años en que terminaban en uno y en que todos los números en que ha tocado tienen dos unos). Son solo simples coincidencias, ¿o no?
  Para recordarlo, yo por lo menos no me lo sé, os ofrezco varias reglas mnemotécnicas:
 23 de febrero del 94.
Un 23 y un 24 y un 9 que da por saco.
De 23 a 29 no van 4.

Ahora os dejo una imagen de La Huelga del colmenar. Os propongo un juego de agudeza visual: tratad de ver el agua del río.

miércoles, 23 de febrero de 2011

LOS FUGAOS V

Caminaban siempre en fila y separados por una distancia de seguridad. Siempre lo hacían por fuera del camino. Cuando salió el sol decidieron descansar, estaban agotados. La inquietud se apoderaba del grupo, en aquellos momentos no sabían todavía si su compañero Salvador Lozano, Martín, que les había abandonado en Sierra Nevada, se había entregado ya a la guardia civil y les había delatado. Una de las pocas posibilidades de sobrevivir que tenían estos guerrilleros era entregarse y traicionar a sus compañeros. Y todo con mucha suerte, pues la Ley de Fugas[1] se había revitalizado y en muchos casos se aplicó. De hecho, Martín sería colaborador del teniente Prieto, oficial de la guardia civil que se encargaba de la persecución. Afortunadamente para ellos, Martín se entregó el 17 de junio, más de diez días después de que ellos comenzaran su marcha. Les dio una ventaja que a la larga sería decisiva para escapar.
Sus mapas eran precarios, su conocimiento del terreno escaso, por tanto, la casualidad fue la que les llevó a la aldea de las Fontanillas. Y ocultos entre los chaparros vieron la posibilidad de aprovisionarse en el cortijo. (continuará)


[1] La ley de fugas autoriza a las fuerzas de seguridad del Estado a disparar si un prisionero intenta escapar, esta ley ya se había aplicado en el siglo XIX contra el bandolerismo y a principios del XX contra los sindicalistas.  A veces encubrió verdaderos asesinatos sin juicio previo. El insigne escritor Valle Inclán atacará esta práctica en su obra Luces de Bohemia.


viernes, 18 de febrero de 2011

LOS FUGAOS IV

Venían de Huéscar según todos los indicios. El primer planteamiento que procede en esta historia es cómo llegaron a las Fontanillas, aldea, que por su ubicación, no es visible desde lejos.  Estudiando las posibles alternativas, se puede  llegar a algunas conclusiones. En primer lugar, es necesario tener en cuenta  que para llegar al cortijo tuvieron que franquear el pueblo de Santiago: un núcleo habitado (mucha más población que actualmente) y con cuartel de la guardia civil. Por el norte, las aldeas de la Vega son un obstáculo por las miradas indiscretas. Estamos en  el mes de junio, los días son largos y en las huertas se estarían haciendo las faenas agrícolas. Si esquivamos  la Vega y sus aldeas, supondría caminar por la Cañada, nos encontramos con un terreno abrupto que dificultaría la marcha y quizás supusiera alejarnos demasiado del objetivo perseguido. Podemos comprobar en un atlas que si trazamos una línea recta hacia el norte desde Huéscar, inevitablemente pasaría por Santiago o muy cerca. Según las investigaciones de varios historiadores su objetivo era ese, atravesar los Pirineos, es decir, dirigirse siempre hacia el norte. Nos queda la alternativa de esquivar el pueblo por el sur. Sería la más lógica (siempre desde nuestra perspectiva pues este aspecto no ha sido investigado por nadie, que yo sepa). Si este grupo guerrillero conocía la Sierra de Cazorla y también la zona del Pinar y la Puebla de don Fadrique (donde habían realizado un secuestro), seguro que barajaron todas las alternativas. Es necesario advertir de que  los actuales pinares no corresponden a los de la época, ya que muchos proceden de la repoblación (de las fajas, como se conoce por muchos). Conocedores del terreno, la ruta ideal  sería descender por la Losa y por el Pinar,después siguiendo el curso del Zumeta, con la vista de Santiago al frente, dejar el pueblo atrás y buscar la provincia de Albacete. La vegetación sería un aliado para estos hombres furtivos. Sobrevivientes afortunados, muchos de sus compañeros habían sido abatidos por la Benemérita (nombre popular que recibe la guardia civil y que se  oficializa al concedérsele la Cruz de la Benificiencia por orden de 4 de octubre de 1929) . Nada  más dejar Santiago atrás, sin exponerse en Los Collados, zona de escaso bosque y con tierras de labor, cruzarían hacia el norte por los chaparrales de Cuesta grande. Si hubieran bajado más abajo su encuentro normal, por lo menos a él conduce el camino,  hubiera sido el Cortijo del Vado, y estaríamos hablando de otra historia. Recordemos que este camino era el más transitado (era el más corto) para muchos de los habitantes de las aldeas cuando subían a Santiago, tal vez no fuera buena opción seguirlo. Señalemos que en su marcha estaba establecido caminar de noche y ocultarse de día. El día anterior pudieron estar escondidos  entre los pinos, en la provincia de Granada, y observaron los movimientos de la población, a partir de ahí sacaron conclusiones. Sus mapas, los de una enciclopedia de segundo grado, tampoco eran muy precisos, y solo aportaban una idea muy difusa del camino a seguir que confirmaría la Estrella Polar. El norte les guiaba al camino que iba de las Fontanillas a Santiago. Encontraron el que bajaba por el río, lo descartaron (era más transitado y no se dirigía al norte) y ocultos en los chaparrales siguieron hasta encontrar el que bajaba a las Fontanillas.  Lo siguieron, era de noche y es fácil perderse, hasta dar con el cortijo. Por la distancia, más de tres horas de camino desde el punto origen hasta el cortijo, tal vez vieran el cortijo al salir el sol. Las noches en el mes de junio son cortas; no conocían el medio (todos sabemos lo fácil que es perderse de noche) y al cortijo llegaron al anochecer, según los testimonios orales que he podido recoger. Por tanto, la noche de antes caminaron y al divisar el cortijo (posiblemente al ser de día) se ocultaron en los chaparrales del Majal de la Ceniza y esperaron oportunidades para proseguir su camino. Claro, todo esto son especulaciones de un historiador aficionado a la literatura. (continuará)


jueves, 17 de febrero de 2011

LA CONDESA DE TOBOS

Se trata del título de un libro del escritor chileno Jaime Valdivieso. De momento no puedo contaros nada más. No sé de qué va. Me pareció curioso el título y aquí lo he traído.

lunes, 14 de febrero de 2011

LA ESCUELA DE TOBOS

Mirad que foto de la escuela de Tobos de 1950. ¿Conocéis a alguien? Yo solo a unos pocos. Echadle un vistazo. Yo creo que está tomada en la casa de la Severa, dónde antiguamente estuvo la escuela de Tobos. La escuela también pasó por el Nacimeinto (en las casas de abajo) y por la casa actual de Sabas y la Eusebia, que yo sepa. Esta foto está colgada en el álbum alojado en Picassa del colegio público Santiago Apostol de Santiago de la Espada. A ellos debemos  agradecerles el rescate de este testimonio.

sábado, 12 de febrero de 2011

LOS FUGAOS III

 El camino se empinaba, y tras vueltas y revueltas, divisábamos el cortijo. Las Fontanillas debían su nombre a una pequeña fuente debajo del caserío. El diminuto manantial alimentaba una balsa que daba riego a una pequeña huerta. Bancales levantados con mucho esfuerzo y sudor, como atestiguaban las perfectas paratas que los sostenían: piedras, algunas de gran tamaño,  perfectamente encajadas y sin unión alguna. En la aldea nunca vivieron más de cuatro vecinos, todos emparentados en un menor o mayor grado. Los rebaños de ovejas y el cultivo de los cuatro palmos de tierra eran su sustento. Una vida tranquila y de trabajo de sol a sol.  El cortijo era lugar de paso hacia Santigo de la Espada, pero también para muchas tinás de los alrededores.
Hacía junio de 1952 la aldea sufrió uno de los mayores sobresaltos de su historia. El maquis, para los lugareños Los Fugaos, llegó a aquellas tierras perdidas y olvidadas. Era el mes de junio, posiblemente algún día de la primera quincena… (continuará)

martes, 8 de febrero de 2011

LOS FUGAOS II

...Todavía se recuerda cuando se desgajaron algunas piedras que sembraron la tragedia entre los vecinos. Se cuenta que en la Casa Vieja (por encima de las Habas y el Tornajo), dos hermanas murieron sepultadas por los peñascos desprendidos. Alguna de ellas, dicen, que nunca fue sacada.  Desde El Portillo un camino serpenteante acompañaba al barranco del Morenal, que allí cambiaba su nombre para convertirse en el barranco de los Torcalitos, que desciende hasta desembocar en el río (el punto de división se situaría, más o menos, en el lugar conocido por La Trinchera). Salvo en alguna ocasión en invierno, siempre bajaba seco, pero en sus piedras calizas quedan extrañas figuras labradas por el ímpetu del agua. Ascendíamos hasta llegar al Horcajico, del que  algunas tejas y piedras con cal,  casi enterrados por la vegetación, nos hablan de que antes hubo  una tiná para encerrar el ganado. Un poco más arriba, justo en la confluencia de dos barrancos, el camino se dividía. El de la derecha conducía a la aldea del Morenal, y más arriba, la tina de los Forestales; el de la izquierda nos transportaba hasta la aldea de las Fontanillas, y desde allí, a dos horas de camino, Santiago de la Espada. Era la alternativa utilizada en invierno cuando el Zumeta bajaba crecido. Más larga pero más segura que exponerse a las aguas del río con las caballerías cargadas. Alguna bestia se había ahogado al intentar cruzar las aguas después de algún temporal. (continuará)
Aquí puedes ver el recorrido desde la salida (A) a separación de los caminos (B):

Aquí puedes apreciar la ruta seguida con más detalle:
http://maps.google.es/maps/mm?hl=es&q=santiago+pontones&ie=UTF8&hq=&hnear=Santiago-Pontones,+Ja%C3%A9n,+Andaluc%C3%ADa&gl=es&t=h&ll=38.145189,-2.493896&spn=0.015795,0.042186&z=15

miércoles, 26 de enero de 2011

Los Fugaos I

Recuerdo que subíamos al amanecer. Era verano y había que aprovechar la fresca. Si esperábamos a que el sol bajara, nos comía el calor por aquellas pendientes. Salíamos desde la aldea de Tobos con la luz de las estrellas. Al llegar a Los Huertos Nuevos, el camino se bifurcaba: el de  la derecha bajaba por Las Hoyicas y la Huelga del Colmenar, donde se atravesaba el río. Seguía ascendiendo por el valle del Zumeta. El Peñón de Potra, El Salto de la Novia, la Cuesta del Caracol, el Cortijo del Vado, por donde se  cruzaba al otro lado por un puente (todavía existe), Cuesta Chica, Cuesta Grande, Los Collados y Santiago de la Espada. Era el camino más corto que utilizaban los cortijeros para llegar al pueblo. Hoy, estos caminos están  por muchas zonas intransitables. El de la derecha, que era el que nosotros tomábamos, era un camino estrecho y pedregoso que conducía, pasando por la  era, hasta el lugar llamado El Portillo. El camino se había trazado sobre una ladera muy empinada, y, a veces, cuando caminabas se rulaba una piedra que no paraba hasta muchos metros más abajo. Al fondo, el Zumeta, tapado por la vegetación, daba la razón a los que pedían una crecida para limpiarlo. La otra ladera, en la umbría, ya provincia de Albacete, estaba coronada por riscales entre los que sobresalía la Cruz del Fraile: Una grieta vertical que cortaba la piedra, un pequeño poyo hacía de travesero. Todo lo demás lo hacía el efecto óptico al contemplarla desde la distancia. A menos altura, los cortijos de Las Umbrías y de La Zarzalea se hacían hueco entre los pinos y romeros; entre ellos, La Tina del Praico. Los peñascos del Molatón daban cobijo al camino... (Continuará)

jueves, 13 de enero de 2011

LOS FUGAOS

 PRÓXIMAMENTE LA HISTORIA DE LOS FUGAOS.  UNA RECREACIÓN DE LO QUE PUDO PASAR. UNA NOVELIZACIÓN DE LO QUE PASÓ.

jueves, 6 de enero de 2011

FUMAS MÁS QUE UN MORCIGUILLO

Expresiones toberas (1)

 Ahora que tanta polémica se ha levantado con la  nueva Ley Antitabaco, voy a aprovechar para comentar esta expresión que  he oído sobre todo  en boca de personas mayores.
La palabra murciélago proviene de las palabras latinas mus-muris, 'ratón', y caecus, 'ciego'. De aquí, en el castellano medieval, mur ciego, que devino por epéntesis en murciégalo y ésta, por metátesis, en el actual murciélago.
En la definición de murciélago, en la primera edición del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua en 1730,  en la entrada aparecen como sinónimos los siguientes términos: MURCIEGALO, MURCIELAGO O MURCEGUILLO. Junto a estas tres también se utiliza el término MORCIGUILLO, pero es término más propio de Murcia. Actualmente la palabra está en desuso (aunque aparece en el diccionario de la RAE). Se prefiere el término pentavocálico o panvocálico murciélago. 
La expresión se debe a la falsa creencia de que los  murciélagos fuman.  Su especial manera de respirar puede inducirnos al error, pero estos animales insectívoros no fuman: son más listos que nosotros. Hacerles fumar o intentar que fumen es una tortura para ellos.