miércoles, 26 de enero de 2011

Los Fugaos I

Recuerdo que subíamos al amanecer. Era verano y había que aprovechar la fresca. Si esperábamos a que el sol bajara, nos comía el calor por aquellas pendientes. Salíamos desde la aldea de Tobos con la luz de las estrellas. Al llegar a Los Huertos Nuevos, el camino se bifurcaba: el de  la derecha bajaba por Las Hoyicas y la Huelga del Colmenar, donde se atravesaba el río. Seguía ascendiendo por el valle del Zumeta. El Peñón de Potra, El Salto de la Novia, la Cuesta del Caracol, el Cortijo del Vado, por donde se  cruzaba al otro lado por un puente (todavía existe), Cuesta Chica, Cuesta Grande, Los Collados y Santiago de la Espada. Era el camino más corto que utilizaban los cortijeros para llegar al pueblo. Hoy, estos caminos están  por muchas zonas intransitables. El de la derecha, que era el que nosotros tomábamos, era un camino estrecho y pedregoso que conducía, pasando por la  era, hasta el lugar llamado El Portillo. El camino se había trazado sobre una ladera muy empinada, y, a veces, cuando caminabas se rulaba una piedra que no paraba hasta muchos metros más abajo. Al fondo, el Zumeta, tapado por la vegetación, daba la razón a los que pedían una crecida para limpiarlo. La otra ladera, en la umbría, ya provincia de Albacete, estaba coronada por riscales entre los que sobresalía la Cruz del Fraile: Una grieta vertical que cortaba la piedra, un pequeño poyo hacía de travesero. Todo lo demás lo hacía el efecto óptico al contemplarla desde la distancia. A menos altura, los cortijos de Las Umbrías y de La Zarzalea se hacían hueco entre los pinos y romeros; entre ellos, La Tina del Praico. Los peñascos del Molatón daban cobijo al camino... (Continuará)

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