domingo, 3 de julio de 2011

LOS FUGAOS VII

Cuando anocheció, los seis hombres decidieron actuar. Ninguno de los confiados vecinos conocía su existencia, la operación estaba resultando perfecta y sería así mucho más sencilla. Miles de fatigas eran su equipaje. Un secuestro del hijo de un señorito les había proporcionado el dinero, que pensaron que sería suficiente para llegar a los Pirineos. Aguardaban muchos kilómetros, muchos silencios de día y fatigantes caminatas de noche. La guardia civil les pisaba los talones. Mientras tuvieran sierra no se lo pondrían fácil. Ya se dijo en la antigüedad que una ardilla podía atravesar la península saltando de árbol en árbol.  Ahora, ellos agradecían vivir en un país montañoso, pensaban alcanzar la frontera camuflándose de sierra en sierra. Contaban con la naturaleza como aliada. No en vano la lucha de guerrillas se había inventado en España, el terreno siempre se mostró favorable para los furtivos. Su paraíso estaba en Francia.